Los valores del deporte son de sobra conocidos, pero lo cierto es que hasta que no lo practicas con un compromiso real no llegas a integrarlos. Hablo de implicarte en un equipo, defender los colores de un club o incluso de un país. Así lo recuerda de forma habitual en su sección L’esport és vida Elena Vilà, quien vistió el blau i negre del Junior en los campos de hockey que recorrió durante su trayectoria deportiva.
El hockey también ha sido el responsable de que Lorena Santin y Mireia Sahún forjaran no solo una gran amistad, sino también sendos proyectos profesionales inspirado en los valores que aprendieron en el deporte: la escucha, el respeto hacia los demás y, sobre todo, hacia uno mismo. Porque poner al individuo en primer lugar no es un gesto de egoísmo, sino un acto de autocompasión que pasa por el autoconocimiento.
Saber quién habita en tu piel es la única forma de comprenderte, de ayudarte a crecer, de convertirte en una mejor persona y, en definitiva, de aprender a amarte. El deporte nos enseña a hacerlo: a reconocer nuestros límites, descubrir nuestras capacidades y talentos, pero también a cultivar la resiliencia, a aprender de la derrota y a valorar el esfuerzo constante. Solo entonces, cuando uno ha integrado estas lecciones en sí mismo, está preparado para mostrárselas al mundo. Y entonces se coloca, por fin, en el lugar que le pertenece.
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