Un pintor experimentado subraya la importancia de la visión en el ámbito laboral

Arte con buena vista

 

Una buena visión es indispensable para interactuar con nuestro entorno. A todos los niveles. También, por supuesto, en el ámbito del arte profesional. La labor que despliega la Clínica Oftalmológica Rubí es, en ese sentido, impagable. El caso del pintor Toni Granja es paradigmático del valor que tiene la vista, la buena vista, en nuestras vidas.

Toni Granja es, a sus 71 años, un admirador declarado del doctor Rafael Rodríguez Infante. “Es mi ángel de la guarda”, sostiene. E insiste, en que no sólo le ha bendecido a él, permitiéndole ejercer su profesión hasta hoy, sino también a los muchos amigos y familiares a los que ha puesto en contacto con el doctor desde que le conoció.

“Para mí fue un milagro encontrarme al doctor Rodríguez en 1987. Tenía 35 años y estaba en una situación límite debido a un desprendimiento de retina. Visité a mi oftalmólogo de Granollers, quien me recomendó que fuera urgentemente al Hospital Vall d’Hebron. Ahí tuve la suerte de conocer al doctor y misma tarde me ingresó. Una vez operado, he continuado visitándole regularmente durante toda mi vida. Siempre he dicho que si no hubiese sido por él ahora estaría vendiendo cupones”.

Tras ese primer susto, tuvo otros cuatro desprendimientos de retina en cadena. Le operaban y a los pocos meses sufría un nuevo desprendimiento. El doctor Rodríguez le ayudó a superar todos esos contratiempos. A todas estas, la empresa metalúrgica en la que trabajaba empezó a ir a peor, y tuvo el valor de dar un giro radical a su vida.

“Decidí marcharme de la empresa tres meses antes de que quebrara para dedicarme profesionalmente a la pintura. Me presenté a certámenes nacionales y mi obra empezó a gustar. Ahora tengo 261 premios, sigo pintando a mis 71 años, doy clases y hago exposiciones. Y siempre doy gracias a mi familia, a mis amigos, pero sobre todo al doctor Rodríguez”.

Influenciado por el impresionismo francés, su obra se centró en interiores. “Mi madre tenía una parada de caramelos en Granollers. Como hacía frío en invierno, me dejaba en el bar que había delante, me daba un bloc y un lápiz y yo dibujaba lo que veía. Por eso me especialicé en figuras de bar, tabernas, maneras de sentarse, situaciones cotidianas de espacios interiores”.

Granja incide en la suerte que tuvo al conocer al doctor Rodríguez, la persona que le permitió desarrollar su vena artística: “Conmigo ha hecho un trabajo fantástico. Es un hombre ejemplar en todos los aspectos. Tiene una empatía especial, su mujer igual y las hijas lo mismo”.

 

 

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