Alberto Puig, Team manager del Repsol Honda y responsable del Asia Talent Cup

“Siempre vuelvo a Barcelona”

Lo que más llama la atención al entrar en casa de Alberto Puig es la moto que hay en el centro del salón, recién restaurada por el mecánico de Yamaha Javier Ullate, luce junto a la mesa de centro del salón y justo delante del gran ventanal acristalado que lo separa de la terraza de su apartamento, en el onceavo piso de un edificio situado en una calle a la que él se sigue refiriendo como Infanta Carlota. Una invitación a relajar la mente en un paisaje muy urbano, pero a la vez sorprendentemente verde, gracias a su altura, uno puede trasladarse hasta el parque de Collserola.

 

¿A qué se debe ese lugar preferente?

Fue mi primera moto. La que me lanzó como piloto profesional. Es una JJ Cobas-Rotax, diseño de Antonio Cobas, un visionario que revolucionó el mundo de las motos. La compramos con ayuda de algunos patrocinadores como La Vanguardia. Gracias a ella quedé en tercer lugar en el Campeonato de Europa celebrado en Checoslovaquia, un trampolín que me dio la oportunidad de debutar en el mundial de Le Mans. La carrera fue bien hasta que me caí en la última vuelta, perdiendo mi cuarto puesto. Aun así, entré onceavo y despegué como piloto profesional.

 

Futuro prometedor

Ángel Nieto me escogió entre tres candidatos españoles para formar parte de su equipo, con Honda. Lugo debuté en 500. Vinieron los podios y la caída en Le Mans que causó mi renuncia en 1997.

 

Nunca perdiste la pasión por las motos

Se me presentó la oportunidad de llevar a Dani Pedrosa. En aquel entonces él tenía 13 años. Fui una especie de mentor, padre, amigo, coach, preparador físico, manager personal.

 

No debe ser fácil equilibrar presión y sentimiento

Es lo más difícil. La competición de alto nivel es muy compleja. Se trata de un deporte de riesgo. En cada carrera hay sufrimiento. No quieres que le pase nada ni a tu piloto ni a sus rivales. Pero como manager y entrenador quieres resultados y ahí hay que ejercer presión. Por otro lado, los pilotos también se saben regular.

 

¿Siempre tienes una relación tan estrecha con los pilotos que promocionas?

Con Dani fue muy especial. Fueron dieciséis años juntos. En la actualidad, es cierto que los viajes, los días fuera de casa, siguen creando vínculos, pero como team manager mi relación con los pilotos ya no es tan estrecha.

 

Hablando de viajes, ¿cómo llevas el jet lag?

Mi jet lag es crónico. Suelo dormir entre cuatro y cinco horas diarias. Aunque lo llevo bien. Mi cuerpo se ha acostumbrado. El año pasado estuve doscientos días fuera de casa, siendo la media anual de ciento ochenta días viajando. Es cansado, pero también es mi vida. Procuro mantenerme en forma yendo en bici.

 

“Me gusta ir en bici porque me ayuda a muscular mi pierna dañada además de permitirme desconectar del trabajo”

 

¿Y siempre regresas aquí?

Está es mi casa. He vivido en este barrio toda la vida y me siento cómodo. También es verdad es se vivía mejor hace treinta años, la ciudad se ha deteriorado mucho. En este sentido, dependiendo de cómo evolucione todo, puedo plantearme vivir en otro lugar.

Por lo que veo, te gusta la decoración

Arreglé mi piso con ayuda de Reyes Ventós, la mujer de mi primo Pedro de la Rosa. Al vivir solo, eliminamos puertas y lo convertimos en un espacio más diáfano, aun conservando las separaciones naturales de las distintas habitaciones. Otro acierto fue descubrir la bóveda catalana oculta en el falso techo que decidimos derribar, recuperando este elemento constructivo tradicional, además de ganar altura.

En el piso sobrio y elegante de Alberto Puig huele a velas perfumadas “me gusta el olor a limpio que desprenden”. Un espacio confortable que invita a conversar con el ex piloto, apasionado del mundo del motor, “es mi especialidad, y me siento bien en este environment”. Coleccionista de botellas de vodka y mini cajitas de música con manivela, las primeras son piezas de colección en sí mismas que le gusta conservar, “aunque no soy bebedor”, matiza.

Debido a su trabajo, cuando Alberto Puig está en Barcelona, se levanta a las cinco de la mañana. “A esa hora empiezo con los e-mails; es lo que tienen trabajar con Japón”.

 

 

La primera moto de Alberto, una JJ Cobas-Rotax, ha sido restaurada recientemente por el mecánico de Yamaha Javier Ullate.

 

 

La colección de botellas de vodka y cajitas de música, dos de sus grandes aficiones junto con la bicicleta, “esta me aporta salud y diversión”.

 

 

A Alberto no le gusta cocinar y siempre que puede se escapa a Tramonti, Siete Puertas y Café de París, sus restaurantes favoritos.

 

 

 

 

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