La inspiradora lucha de Rafael Olalla por superar la adversidad tras un accidente que cambió su destino

Un héroe de la vida real

 

La historia de Rafael Olalla trasciende lo que normalmente se considera un caso de éxito. Desde que el 12 de enero de 2006 una explosión de gas truncó su vida y le tuvo entre la vida y la muerte durante semanas, la forma en que se ha sobrepuesto a la adversidad ha servido de ejemplo a miles de personas.

Al margen de la medalla de honor del cuerpo de Bomberos, el premio a la superación de la ONCE, la atención mediática y el apoyo incondicional de amigos y familiares, el mayor logro de Rafael ha sido su propia actitud positiva. Su fortaleza mental y optimismo lo han llevado a superar innumerables desafíos.

Tras semanas en coma, un largo proceso de reconstrucción facial con 69 puntos de sutura y varias intervenciones que lograron devolverle un 5% de visión en un ojo, Rafael decidió compartir su experiencia en el libro 69 tornillos y ciego, ¿Ahora qué?

 

 

Sus primeras palabras en la entrevista que nos concedió en la Clínica CIMA de Barcelona, donde su cirujano plástico, el doctor Joan Pere Barret, le realizó el último de sus retoques faciales 18 años después de la tragedia, responden al título de su obra: “Cuando te sucede algo así, aprendes la palabra supervivencia. Disfrutas más de la vida porque sientes que estás gratis. Hubo dos muertos ese día. Te tomas la vida con más amor. Es lo que dice la frase que aparece en la portada de mi libro: ‘Cuando la vida te deja desnudo sin avisar, lo mejor es reír y amar.’”

El accidente ocurrió mientras Rafael ejercía como bombero, intentando resolver un escape de gas en Santa Coloma de Gramenet. También trabajaba como taxista. Tras explosión perdió las dos profesiones que amaba. Aun así, es una persona alegre y entusiasta que ha sabido sobreponerse a todo gracias a su fuerza mental. Respecto a su actitud positiva, se quita mérito y confiesa un aspecto clave adquirido en su experiencia como bombero: “Trabajando como bombero ves a personas perder a sus familiares en accidentes. Haber presenciado cosas tan duras me ayudó mucho a aceptar lo que me pasó”.

 

 

El doctor Rafael Rodríguez Infante, oftalmólogo de Rafael, recuerda el primer encuentro con él apenas mes y medio después del accidente. “Me encontré al paciente sedado en la mesa de quirófano del Hospital Vall d’Hebron. Parecía una momia. Al retirar las enfermeras los vendajes, uno de sus ojos había sufrido un estallido total; solo pude reconstruir el globo ocular por estética. El otro ojo tenía un edema de Berlín, con una hemorragia grave y desestructuración de las capas de la retina, dejando solo un 1% de visión”.

Rafael rememora el impacto del primer encuentro con su oftalmólogo: “Fue un momento muy duro. Me dijo: ‘Has perdido un ojo. El otro lo hemos operado, pero hay que esperar’. Le dije que tenía un taxi y le pregunté si podría volver a conducir. Él fue realista y me dijo que no”.

Sin embargo, un año después, una segunda intervención en la Clínica Oftalmològica Rubí el ojo que conservaba alcanzó el 5% de visión. El doctor Rodríguez Infante, consciente de la urgencia del caso de Rafael y de los largos plazos de la sanidad pública, gestionó personalmente con la mutua Asepeyo para poder darle los cuidados necesarios en su propia clínica. Gracias a esta gestión, Rafael recibió una atención inmediata y especializada que fue crucial para su recuperación

A pesar de la dureza de su situación, Rafael mantiene un optimismo contagioso: “El doctor siempre creyó que podía haberme dado más visión, y yo le decía: ‘Demasiado has hecho, doctor. Ese 5% es mi vida. Con las sombras y colores ya me siento útil.’ Puedo reconocer rostros de cerca, y aunque de noche solo distingo luces, de día puedo moverme y ser independiente”. Esa independencia le ha permitido, contra todo pronóstico, practicar deportes como el kitesurf, conducir karts, entrenar el equipo de fútbol de los bomberos de la Generalitat y hasta meter un penalti en un partido.

 

 

La relación entre Rafael y el doctor Rodríguez Infante va mucho más allá de la habitual cortesía entre paciente y médico: “Son tantos años, tantas historias juntos… Siempre me ha tratado como a un paciente especial, como a un familiar. Además, su equipo es increíble; yo los llamo ‘los locos del bisturí’. Para mí, son una pequeña familia. Siempre me han dado amor, amistad y respeto”.

La historia de Rafael Olalla no solo es un ejemplo de superación, sino también un recordatorio de que, incluso en las circunstancias más adversas, el optimismo y la fortaleza pueden marcar la diferencia.

 

 

Reseña del libro

“69 tornillos y ciego ¿Ahora qué?”

Rafael Olalla narra en su libro los cuatro años posteriores a la explosión de gas que en 2006 casi le costó la vida, ofreciendo un conmovedor testimonio de superación. Con una actitud admirable, convirtió una tragedia en una lección de resiliencia: «Por grande que sea la desgracia, puedes darle la vuelta con buena actitud». Su obra, escrita a partir de cassettes grabados durante su recuperación, detalla su experiencia del coma y su lucha por reconstruir su vida, enfrentándose a secuelas devastadoras como la pérdida casi total de visión y una reconstrucción facial con 69 tornillos. Su mensaje es claro: nunca es tarde para empezar de nuevo.

 

 

 

 

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