Jarrones pintados a mano con sus rojas y naranjas bellas gloriosas, llamativas rosas peonias, amarillos ranúnculos en pleno esplendor, tulipanes multicolor, también palmeras en grandes tiestos de cerámica, las flores, plantas y árboles invaden la nueva tienda colorista que la familia Schoots acaba de abrir en la ciudad. De seda, artificiales o naturales, la calidad de la propuesta exhibida en Dutch Flowers & Living procede de los mejores mayoristas de los Países Bajos, en su mayoría, aunque sus proveedores también provienen de Estonia, Bélgica, Dinamarca y la República Checa, entre otros países europeos con larga tradición en decoración floral. Regina, la florista de la casa, con más de treinta y cinco años de experiencia, es la encargada de los arreglos que lleva a cabo de manera personalizada para cada unos de sus clientes, a los que también asesora con un servicio a domicilio que consiste en diseñar ese rincón especial con la naturaleza como motivo principal, atendiendo a su actual y original estilo. “Las flores te hacen feliz”, asegura rotunda al preguntarle el motivo de su especialidad. Y crear ambientes cálidos, que hagan sentir bien a las personas, se ha convertido en el leitmotiv de su profesión. Además de las flores, cuyo significado universal abraza principalmente el amor, las velas, en diferentes tamaños y colores, mesas auxiliares y complementos textiles de una artesanía muy exclusiva, forman parte del escaparate del nuevo establecimiento, un soplo de aire fresco, que también ha importado una selección de tazas, platos y cuencos de estilo holandés, con diferentes motivos, para satisfacer tanto a su público extranjero como para seducir al local, a quien sorprenderá con total seguridad.